Suelo vivo, siempre cubierto

Hoy más que nunca, nuestra realidad y rol como seres humanos precisa que nos relacionemos y vinculemos de manera diferente con el suelo.
El suelo permite diversas funciones ecológicas claves, forma parte del ciclo hidrológico, interviene en la regulación de las características de la atmósfera, y es un sumidero de carbono. Dentro de él, una inmensa, fascinante y compleja red trófica de organismos son el sostén vital para las plantas y, en consecuencia, para todo tipo de formas de vida por encima del suelo, permitiendo el surgimiento y desarrollo de la vida animal, incluídos los humanos.
La mirada reduccionista, mecánica, simplificada, y la escasa comprensión de la vida del suelo llevó a una mala gestión, acelerando la desertificación del planeta. Ararlo, voltearlo, dejarlo descubierto es como abrir una herida. La naturaleza cubre al suelo de los elementos. Pero la ignorancia vuelve a abrir la herida. Los suelos se encuentran mundialmente en un estado de degradación alarmante, en buena parte porque hemos ignorado su importancia y hemos extraído todo lo que pudimos de ellos, sin descanso.
Afortunadamente, existe una corriente cada vez mayor de personas que busca producir de manera regenerativa, recuperando los suelos y los ecosistemas, buscando crear condiciones para aumentar la biodiversidad, y recuperar la vida en las tierras que trabajan.
Al comenzar un proyecto agrícola productivo, muchas veces nos encontramos con tierras exigidas y mal tratadas, con alta carga de animales o insumos y poquísima actividad biológica. Se trata de establecer una transición, para devolverle al suelo su potencial productivo natural. El cambio es, ante todo, de mirada: lo que tenemos que interpretar de otra manera es la forma en que efectivamente manejamos ecosistemas y qué decisiones tomamos en los momentos críticos.
La agricultura regenerativa no es una receta, sino más bien una serie de principios que nos guían para poder producir alimentos ricos en nutrientes yendo a favor de la naturaleza. Es ampliar la mirada, agudizar la observación y volver a entender el lenguaje de la vida.
Se basa en estos pilares:
● Pensamiento holístico y sistémico
● Cooperación
● Biodiversidad
● Biomímesis
● Patrones o ciclos / Procesos del ecosistema
● Sucesión / Estratificación
Un proyecto que cuida el medio ambiente ya no puede ser solamente sustentable. No puede mantener el capital natural en ese punto de pérdida. Cambiamos nuestro enfoque y vemos los procesos naturales que se desarrollan a través de distintas estrategias de regeneración.
Regeneración significa mejorar día a día, año a año, los procesos ecosistémicos básicos del espacio productivo. El ciclo del agua, el ciclo de los nutrientes, la dinámica de las comunidades y el flujo de la energía.
Mantener los suelos cubiertos en una sucesión ecológica es clave. La cobertura aumenta la diversidad en todos los estratos biológicos: hongos, microorganismos, insectos, plantas y animales. Sólo la abundancia trae abundancia.
En palabras de Ana María Primavesi
“El suelo no es solamente un sustrato de rocas degradado, si no un organismo vivo que necesita alimento como cualquier otro ser vivo. Respira, tiene su temperatura propia y hasta exhala gas carbónico. En cada cucharadita de tierra se encuentran hasta 10 millones de seres vivos. No representan más del 1,2 % del peso, pero de ellos dependen la productividad o la desertificación de los suelos. Se descomponen, pero en esa descomposición reside el comienzo de una nueva vida, y ellos mismos viven de eso.
La naturaleza cuida del suelo y lo protege con tres capas: arbórea, vegetación baja y la capa de hojas muertas del suelo, para evitar que la lluvia golpee la superficie, destruyendo los poros por donde debe entrar aire y agua. Lo protege contra el sol para que la vida no se deshidrate y muera por sequía.
De los microorganismos dependen erosión e inundaciones, porque son los responsables de la infiltración de agua en el suelo. De ellos depende la falta de agua potable, cada vez más pronunciada en nuestro mundo. De su ausencia depende la desertificación.”
 
Suelo cubierto todo el año
En agricultura, podemos definir la regeneración como la recuperación de procesos vitales de los ecosistemas. Es el reverso de la desertificación.
Mantener un suelo vivo y saludable es mantenerlo cubierto todo el año con plantas vivas haciendo fotosíntesis a través de cultivos de cobertura, abonos verdes, perennes o con acolchado (mulch), evitando que quede desnudo, expuesto a la radiación solar, el impacto directo de la lluvia y la erosión del viento. Esta cobertura nos permite:
      1. la regulación de la temperatura,
      2. mayor infiltración y retención de agua
      3. óptimo ciclaje de nutrientes
      4. reducción de la erosión
      5. manejo de malezas
      6. aporte de materia orgánica
      7. aumento del carbono en el suelo
      8. y promoción del hábitat para mayor biodiversidad por encima y debajo del suelo.
Somos nosotros quienes podemos regenerar nuestro entorno, y sobre todo, devolver la salud a nuestros suelos, nuestras cuencas, nuestros humedales, nuestros bosques, nuestros océanos y nuestra biodiversidad.

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