La sequía pegó duro el último año, y gran parte de la región pampeana argentina se vio en serias complicaciones productivas y económicas. Pero, ¿La sequía afecta a cualquier cultivo por igual? ¿La manera que tenemos de afrontar el proceso de producción nos puede dar soluciones ante un escenario climático cambiante?

Poniendo en contexto lo que pasó el último tiempo, si bien veníamos de unos 3 años con veranos complicados por las escasas precipitaciones y las altas temperaturas, en el 2022 tuvimos un importante déficit hídrico durante el periodo invierno-primaveral, afectando seriamente la recarga del perfil del suelo y el desarrollo normal de los cultivos de invierno como trigo, avena y cebada. Además, las lluvias erráticas que fueron apareciendo en primavera-verano trajeron mucha incertidumbre sobre la implantación de cultivos de verano.

Florentino Ameghino, hace más de 100 años había escrito sobre las secas e inundaciones de la provincia de Buenos Aires, alertando sobre estos procesos cíclicos y que no se debería apurarse a realizar grandes obras de desagüe en periodos de inundaciones, y nos hacía recordar que “el agua no sobra”. No obstante, en estos contextos de sequía y complicaciones climáticas, bajo el modelo de producción que predomina hoy en día, los productores/as deben encontrar soluciones que les permitan mantenerse en el desafío productivo de todos los años.

Los productores agropecuarios argentinos vienen ya de varias campañas en donde el riesgo productivo y económico es sumamente grande, ya que no son sólo directamente dependientes del clima para producir, sino que también están condicionados por políticas agropecuarias y los grandes costos que deben afrontar para realizar cualquier cultivo de cosecha (debido a la gran cantidad y valor que tienen los insumos que utilizan).

La sequía del último año los puso aún más en riesgo, con pérdidas de producción muy grandes, no llegando a cubrir los costos productivos en muchos casos y en otros no obteniendo ni siquiera cosecha. La pérdida productiva y económica ha sido enorme, y además el productor debe volver a invertir para sembrar una nueva campaña, acrecentando el riesgo y la inversión realizada y/o teniendo que endeudarse para realizarlo.

En esta situación, se visualiza aún más la enorme dependencia externa que tienen los productores agropecuarios realizando una agricultura tal cual como la conocemos: deben comprar año a año gran cantidad de insumos externos para mantener sus cultivos adecuadamente (fertilizantes, herbicidas, insecticidas, otros), en muchos casos dependen de maquinarias que vengan hacer algunas o todas las labores, dependen fuertemente de los mercados y políticas agropecuarias que marcan los ritmos económicos de lo que producen; y además deben estar constantemente dependiendo del clima que determina el futuro de sus cultivos.

Ahora bien, ¿es la única alternativa que tenemos? ¿Es el riesgo que debemos afrontar para producir, o tenemos algunas formas de cortar algunas de estas dependencias?

Si bien la sequía y falta de agua afectó a todos, realizar una agricultura bajo los pilares de la regeneración nos ha traído grandes beneficios. Por un lado, uno de los principales objetivos que tenemos en la Agricultura Regenerativa es poder mejorar las condiciones del suelo y potenciar los procesos biológicos claves para que nuestros cultivos no tengan deficiencias de nutrientes, nazcan en un suelo fértil y no tengan serias complicaciones de competencia con otras especies ni enfermedades.

Por otro lado, estas condiciones que logramos en el suelo, nos permiten poder producir sin la necesidad de grandes aportes de fertilizantes externos y algunos otros insumos, permitiendo que los cultivos que se realizan bajo este sistema tienen costos directos mucho más bajos, necesitando mucho menor rendimiento para cubrir dichos costos y además, logrando mayor tasa de retorno por la inversión realizada. 

El proceso de transición hacia una Agricultura Regenerativa no se logra de año al otro en establecimientos extensivos, pero podemos mencionar que productores agropecuarios que comenzaron su proceso hace algunos años (entre 2 y 4 años), para la campaña 2022/23 de cultivos de invierno realizaron su producción con sólo un 40 % del fertilizante nitrogenado que venían necesitando anteriormente, logrando rendimiento similares o incluso mayores a los rendimientos de lotes bajo una agricultura convencional. Así, productores que vienen con un avance más profundo lograron realizar sus cultivos sin la necesidad de fertilizantes externos y bajando drásticamente los costos de producción también por la reducción de otros insumos químicos.

Para la zona del centro-sur de la provincia de Buenos Aires, región típicamente triguera y de cebada, realizar los cultivos de una forma convencional implica la adición de al menos 150 kg/ha de UREA como fertilizante nitrogenado, el control de malezas en barbecho y dentro del cultivo, sumando la aplicación de uno o dos fungicidas ya que las enfermedades foliares son recurrentes. Esto lleva a un tener un costo total por hectárea sembrada de al menos 450 U$D/ha.

Implementar una Agricultura Regenerativa requiere que apliquemos prácticas previamente que generen las condiciones necesarias para el desarrollo de los cultivos posteriores. Así, estos lotes que no necesitaron fertilizantes nitrogenados, vienen de una historia con cultivos de cobertura asociados con leguminosas rotando con cultivos agrícolas. De esta forma, se va fomentando el ingreso del Nitrógeno del aire vía fijación biológica, que nos permite potenciar la fertilidad del suelo.

Así, se lograron resultados sumamente interesantes, en donde los costos directos de los cultivos de invierno bajo sistemas de Agricultura Regenerativa fueron de entre 220-250 U$D por hectárea producida. Esto permite tener un riesgo considerablemente menor comparados con los sistemas convencionales que están gastando al menos el doble. 

Evolución del uso de insumos de establecimientos que vienen aplicando Agricultura Regenerativa

Insumos

2018-19

2021-22

2022-23

Reducción en % de 18/19 a 22/23

Fertilizantes (en kg)

UREA

18700

3750

2500

86,6

DAP

28780

12186

10320

64,1

Herbicidas (en lts)

Glifosato

766

0

62,5

91,8

2,4-D

133

0

8

94,0

Tabla 1. Reducción del uso de insumos de establecimiento mixto (agrícola-ganadero) de 350 has, que viene en transición hace 5 años en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires.

Insumos

2020-21

2021-22

2022-23

Reducción en % de 20/21 a 22/23

Fertilizantes (en kg)

UREA

8850

0

0

100,0

DAP

5040

6090

2150

57,3

Herbicidas (en lts)

Glifosato

262

124

0

100,0

2,4-D

123,4

2,8

10,8

91,2

Cletodim

28

0

0

 100,0

Tabla 2. Reducción del uso de insumos de establecimiento agrícola puro de 128 Has que vienen en transición hace 3 años en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires.

Superficie Total

Superficie cultivos de fina

Total de kgs de UREA utilizados campaña de fina anterior (2021-22)

Total de kgs de UREA utilizados campaña 2022/23

Reducción

883

510

102000

40800

60%

Tabla 3. Reducción en el uso de fertilizantes de un  establecimiento agrícola puro de 883 has, que viene en transición hace 3 años, en el centro-sur de la provincia de Buenos Aires.

Además, algo sumamente interesante es que los resultados productivos, es decir el rendimiento por hectárea, fue levemente mayor a lotes aledaños bajo agricultura convencional, ya que al aplicar grandes cantidades de fertilizantes químicos, el desarrollo vegetativo inicial de las cebadas y trigos bajo esos sistemas fue demasiado exuberante de forma temprana, generando mucho materia verde que transpiró más, y en un contexto de sequía estos cultivos aceleraron demasiado su desarrollo y lograron un rendimiento menor. 

Raíces de gramíneas y leguminosas. Los cultivos asociados es una de las principales estrategias de cambio productivo.

Sin embargo, en los sistemas de Agricultura Regenerativa los nutrientes no fueron deficientes porque fueron otorgados de forma gradual y paulatina por la microbiología del suelo, y así los cultivos acompañaron de forma más armónica lo que sucedía con el clima. De esta forma, los sistemas regenerativos no sólo produjeron con casi la mitad del costo directo, sino que lograron un mayor rendimiento, dando una cuenta económica considerablemente a favor.

El proceso de conversión hacia la Agricultura Regenerativa es transicional y construido

Cabe aclarar, que estos procesos no suceden de un año para otro en la totalidad de los predios productivos. Cuando comenzamos un proceso de transformación hacia una agricultura regenerativa, lo primero que hacemos es realizar un Diagnóstico del predio para conocer las fortalezas, potencialidades y debilidades con las que cuenta, y así luego realizar un Plan Inicial de Regeneración. Este plan es construido de forma consensuada con los tomadores de decisiones de cada predio, y la transición siempre es gradual y paulatina, buscando fomentar los procesos claves para avanzar hacia la regeneración.

En este proceso hay niveles de avance, los cuales son muy importantes respetar para lograr un desarrollo satisfactorio. Así, buscamos que las primeras acciones a realizar en los predios, puedan ser ejecutadas de una forma sencilla y sin disturbar drásticamente el manejo que vienen trayendo los campos. Además, se buscan aplicar estrategias que tienen una rápida respuesta, tanto en términos productivos, ecológicos como económicos.

Así, una de las primeras acciones es comenzar a generar estrategias que fomenten el ciclo biológico de los nutrientes, los cuales pueden ser rápidamente puestos de forma disponible por la actividad biológica que generemos en el suelo. Luego, suele demorar algo más de tiempo y complejidad manejar la dinámica de comunidades (tanto vegetales como animales), así como también rediseñar el sistema que tenemos para poder generar paisajes regenerativos y vinculados de forma diferente con la región y nuestro entorno.

Podemos resumir que, si bien la producción agropecuaria tiene una dependencia directa con el clima, si avanzamos hacia una Agricultura regenerativa podemos lograr disminuir las dependencias que actualmente contamos en el proceso de producción. En primera medida, podemos tener una forma de producir que no dependa de la adición constante de insumos externos para mantener el desarrollo de los cultivos y lograr buenos rendimientos. Por otro lado, mejorar las condiciones del suelo en el que producimos, mejorando la actividad biológica, la estructura del suelo, la capacidad de absorber, infiltrar y acumular mejor el agua que cae, nos puede ayudar a tener sistemas mucho más resilientes y adaptados a los cambios climáticos. Además, todo este proceso nos lleva a tener sistemas mucho menos riesgosos económicamente hablando, logrando mejores resultados para los que quieren mantener un suelo sano y un flujo de alimentos y materias primas de calidad.

Agustín Barbera. 
Ingeniero agrónomo. Especialista en Agricultura Regenerativa. 

Trabaja hace varios años asesorando y acompañando a productores de gran escala hacía la transición agroecológica y aplicación de Agricultura Regenerativa. Trabajó durante 8 años en INTA, dentro de un equipo referente en Agroecología a nivel nacional e internacional.
Es coordinador y educador de la Especialización en Agricultura Regenerativa.

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