Por Jairo Restrepo
Cuando un término se arraiga en las costumbres, desvirtuarlo representa una tarea titánica. Nada más conservador que un hablante con sus palabras aprendidas. Es el caso de aquello que la agroindustria empezó a llamar “malezas” para justificar el jugoso negocio de venenos, herbicidas y demás insumos sintéticos. Hemos insistido en llamar buenazas a las “malezas”, conforme a la visión de la agricultura orgánica que promovemos. Para la muestra, el botón de los principales beneficios de un pastoreo racional, en suelos protegidos con una pastura mezclada con buenazas.
Conservan la humedad de los suelos y reducen la evaporación.
Amortiguan los cambios de temperatura que se generan entre el día y la noche (Delta térmico).
Evitan el impacto directo del agua en el suelo, tanto de las lluvias como de los riegos, regulando una absorción gradual, tanto por parte de la materia orgánica, como de la propia cobertura verde.
Impiden la desagregación de los suelos, evitando la formación de costras superficiales impermeables, e iniciando de forma constante la generación de una excelente estructura biofísica en los mismos.
Protegen los suelos de la deshidratación o resequedad provocada por el sol y los vientos, sobre todo en suelos de formación arcillo-expansiva. En el Nordeste Brasilero, durante un año, una hectárea es capaz de perder más de setecientos milímetros de agua, por influencia de los vientos y la exposición solar.
Se convierten en una constante fuente de comida para la microbiología, y principalmente para la macro biología, representada por los escarabajos estercoleros y lombrices; y aporte permanente de materia orgánica procesada para los suelos, para luego transcender a la humificación.
Reducen la velocidad del escurrimiento superficial de agua: más de un 75% del volumen total de una lluvia puede quedar retenida de forma inmediata.
Mejoran la tasa de infiltración y drenaje de los suelos, principalmente de forma vertical, lo que facilita constante renovación mineral en la formación de “nuevas o futuras” capas. (engorde o renovación de horizontes superficiales).
Favorecen la bio estructura, formación grumosa y estabilidad de los suelos.
Aumentan la capacidad efectiva del intercambio catiónico del suelo(CIC).
Mejoran la maleabilidad y la permeabilidad de los suelos, aireación, porosidad, profundidad y relaciones de entramados horizontales entre las raíces.
Fijan el Nitrógeno atmosférico y promueven su aporte tanto para el suelo como para otras plantas y para la microbiología.
Mejoran la capilaridad de los suelos.
Sirven para perforar capas compactadas tanto verticales como horizontales, y tienen el comportamiento de un sub solador biológico, junto con lombrices y escarabajos estercoleros.
Sirven para extraer agua y solubilizar minerales del subsuelo, aumentando su disponibilidad en las capas más superficiales de la tierra para los forrajes.
Producen sustancias orgánicas o ácidos fito-estimulantes, hormonas y otras sustancias bioalelopáticas.
Auxilian la formación de ácidos orgánicos, imprescindibles para el proceso de la solubilización mineral. (Reacciones bioquímica y metabolitos).
Pueden ser utilizadas, tanto para la alimentación animal como humana.
Son una fuente energética alternativa (leña, carbón, forraje, entre otros). Para el caso del manejo de sistemas agrosilvopastoriles.
Son excelente fuente económica de energía petrolera, al minimizar la dependencia de fertilizantes solubles como fuente de fertilización de los cultivos.
Favorecen la colonización del suelo por la macro y micro vida, tanto en las capas más superficiales de forma horizontal, como en las más profundas, de forma vertical.
Sirven como fuente constante de producción de biomasa y de semillas (perennes y anuales), incrementando en muchos casos, los ingresos económicos a los productores por su cosecha y comercialización.
Favorecen la biodiversidad de fauna y flora, contribuyendo a la estabilidad ambiental de forma natural. (Aves, insectos y pequeños roedores).
Son una fuente de enriquecimiento nutricional del suelo y reciclaje de compuestos minerales, de los cuales muchos se encuentran bloqueados.
Sirven para solubilizar nutrientes no disponibles para los animales y cultivos
Con sus síntesis vegetales, mantienen en constante actividad los “ciclos” nutricionales en la relación de suelo/ macro y micro vida / planta y ganado.
Disminuyen la lixiviación y perdida de nutrientes en las capas más profundas del suelo.
Favorecen gradualmente la formación de un suelo suave, para ser trabajado, debido al constante intemperismo o meteorización gradual de la roca madre, principalmente por las raíces, la materia orgánica, la macro y microbiología.
Se convierten en constante fuente heterogénea y dinámica de producción de materia orgánica, influenciando directa o indirectamente las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo: color, estructura, plasticidad, retención de humedad y disponibilidad de “macro y micro” nutrientes solubles.
Proveen al suelo una constante y alta tasa de formación de humus microbiológico permanente.
Permiten a los agricultores mayores opciones económicas con su cultivo. (semillas, flores, mieles, leña, abono, comida, etc.).
Su rotación, asociados y manejo en forma de bio refugios, favorecen el control y biodiversidad natural de insectos.
Son una constante fuente de renovación y mejoramiento genético biodiverso, a través de sus floraciones y semillas.
Ayudan de forma natural en el control de nematodos, con la autorregulación de sus poblaciones, principalmente entre las raíces, por medio de la diversificación microbiológica que se regenera.
Combaten la desertificación, cuando controlan los factores que provocan erosión (mayor capacidad de resiliencia).
Contribuyen al logro de cosechas más seguras, abundantes y eficientes, principalmente de agua, suelo, sombra, carne, leche y biomasa forrajera.
Sirven para el control de muchas especies de insectos con el “efecto trampa simbiótica”, al tiempo que atraen otras especies benéficas, principalmente polinizadoras como abejas, abejorros y avispas, entre otras especies.
Muchas plantas presentes en la cobertura de suelos y forrajes, mejoran la salud del ganado, por contener principios activos con efecto desparasitante.
Una mezcla equilibrada de buenazas en las pasturas, ayuda a balancear y mejorar el contenido proteico para la nutrición de los animales.